San Martín de los Andes festejó su aniversario a lo grande

Una noche perfecta. Así, con tres palabras, podría resumirse la fiesta que comenzó ayer en la Tarde de las Artes para culminar con un espectáculo de fuegos artificiales que deslumbró a todos, superando cualquier expectativa.

Un escenario nunca antes visto en San Martín, montado sobre la playa con una pantalla gigante capaz de acercar imágenes a miles de vecinos repartidos por la costanera hasta la otra punta de la playa, ya subiendo la ruta de los siete lagos.

Un detrás de la escena aceitado, donde nada falló. Luces, sonido, tempos artísticos y conducción funcionaron como un relojito, y si los horarios se estiraron fue por la propia dinámica de un espectáculo que invitaba a más y más.

Un viento que sopló lo justo. Antes de la medianoche hubo caras de preocupación entre los organizadores: se venían los fuegos artificiales y la brisa de las primeras horas comenzaba a llegar con más fuerza. Soplaba viento, más del habitual en ese horario, pero finalmente pudo determinarse que a mayor altura eran más suaves las ráfagas. De todas formas, aunque invisible, hubo personal del ICE apostado en el cerro Bandurria desde temprano, con la misión de cuidar al máximo todo posible foco de incendio.

Fiesta

Como alguna vez escribió Serrat, las fiestas son entrevero. Paréntesis que desdeñan diferencias, en los que todos se dan la mano. Eso ocurrió en la playa y junto al escenario, donde hubo caras de todo tipo.  Vimos a una concejal históricamente opositora al MPN bailando con un ministro de la provincia.  Vimos gente diversa en franca convivencia, porque el festejo era de la ciudad y la ciudad merecía el festejo.  Vimos al gobernador Sapag moviéndose al ritmo de la música popular, al intendente Fernández feliz de la vida. A los trabajadores de prensa sacando cuentas de cuánta gente había congregado la noche, a muchos cruzando permanentes sonrisas.

Sobre el escenario todo sonó bien. Las bandas locales, la fuerte presencia simbólica de Víctor Heredia, la polenta irrefrenable de la Mosca haciendo bailar al pueblo entero. Y si cabe señalar un momento hermoso, ése fue desde nuestra perspectiva la fanfarria El Hinojal subiendo al escenario, convocada a acompañar el bailongo primero y a conducir el Himno Nacional después. Lo marcamos porque este país tiene tanta historia negra, tanto sufrimiento a cuestas, tanto error cometido, que es bello advertir que algunas diferencias entran en el pasado. Que hoy los pibes pueden aplaudir a los músicos del regimiento con fervor, recibirlos con simpatía y aplaudirlos. Los mayores, que vivimos otros tiempos no podemos menos que saludar este cambio con alegría.

Seamos lo que seamos, pensemos lo que pensemos, trabajemos donde trabajemos, nada importó anoche. Todos fuimos sanmartinenses agradecidos por la oportunidad de celebrar así, a lo grande, una ciudad hermosa de la que todos somos parte.

Una frase

Mientras estallaban los fuegos en el cielo, un niño de diez años sintió tanto la belleza del espectáculo como la fuerza de saberlo compartido. “Es lindo que estemos todos juntos”, se lo escuchó decir.  Y sí. Estaba en lo cierto.

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