El popular refrán mexicano que reza “Agua de mayo, pan para todo el año”, parece hoy creado para los habitantes de San Martín de los Andes, que esperaban ansiosos las lluvias que en muy pocas horas le devolvieron a la mágica ciudad cordillerana, los penetrantes colores del otoño.
Cada gota que caía entre el azar y la certeza, revelaba ocres intensos, rojos, púrpuras y diversidad de verdes y amarillos que renacieron como el Ave Fénix, dejando atrás y eclipsando la amarga y gris ceniza que expulsó el volcán chileno Calbuco y que se transformó en historia.
Habitualmente molestos con las lluvias persistentes de mayo, en esta oportunidad, los habitantes de esta localidad neuquina, no dejaban de mirar al cielo, en señal de alivio y agradecimiento. Es que esta agua, casi bendita, llega en el momento justo, como si el hombre y la naturaleza se hubieran puesto de acuerdo, en que primero era necesario una buena barrida de la ciudad, y luego una abundante aguacero que terminara con el solidario trabajo que día tras día, llevaron adelante cientos de anónimos vecinos que se entregaron a la dulce tarea de recuperar sus barrios.
“Gordo, zafamos de limpiar los techos”, gritaba entre risas de alegría y al tiempo que alzaba sus manos al cielo, Andrea, una madre y vecina que sentía que el tiempo, hoy, estaba de su lado.
En esta época del año en San Martín de los Andes cobra vida un nuevo capítulo de la vida natural. Los colores que abrazan temporalmente a robles, maitenes, álamos, coihues y notros se vuelven protagonistas de una de las temporadas más lindas, escénicas fotográficas de la Cordillera.
Sólo quien haya disfrutado de las bellezas de San Martín en esta época del año, comprenderá la alegría de todo un pueblo por la llegada de estos chaparones sanadores, que lavaron, con natural precisión cada rincón de la ciudad.
“Esta lluvia es tan reparadora y motivadora”, comienza diciendo Salvador Vellido, Secretario de Turismo y Producción de San Martín de los Andes. “No sólo recupera la intensidad y el brillo de los característicos colores del otoño en nuestro pueblo, sino que al mismo tiempo, premia a miles de hombres y mujeres que pese a las adversidades nunca han bajado los brazos. Yo soy optimista por naturaleza y estoy convencido, y de hecho estamos trabajando para eso, vamos a tener una muy buena temporada invernal”.
Otoño para disfrutar en la ciudad
“San Martín de los Andes se vive en colores”, suelen jactarse los vecinos. Rojos intensos, naranjas, ocres, diversidad de verdes y delicados amarillos, se fusionan armoniosamente a lo largo del otoño en todos los bosque.
Durante los meses de temporada baja la villa cordillerana ofrece diversas propuestas que van desde los clásicos circuitos y recorridos lacustres por el Lago Lacar, hasta diferentes actividades de aventura como mountain bike, canopy, trekking y cabalgatas.
Para empezar un fin de semana intenso se puede visitar el Mirador Arrayán; ubicado en lo alto del cerro Comandante Díaz es un balcón natural con espectaculares vistas al lago Lacar y a la ciudad.
Para las familias que viajen con niños, lo ideal es montarse en un viejo bus londinense, que parte en horarios programados de la plaza San Martín, y que recorre cansinamente los puntos y miradores más importantes de la localidad. Para los amantes del trekking, es posible llegar caminando a diversos lugares emblemáticos como el mirador Bandurria y La Islita. Eso sí, hay que llevar ropa de abrigo, calzado cómodo y una buena reserva de agua mineral.
En las casi dos o tres horas que puede durar la caminata, se pueden observar, algunas de las playas más lindas que conforma el lago Lácar, el cordón montañoso de Chapelco y una vista desde un ángulo diferente del centro cívico de la ciudad.
Otra de los atractivos es la excursión lacustre a Quila Quina, una de las playas más hermosas que tiene la ciudad. La travesía dura apenas media hora y conduce a uno de los paisajes más increíbles de la región. Las salidas no se suspenden por lluvia y se realizan durante todo el año.